Recorrer cada palmo de este lugar, me resultaba muy emocionante. No dejaba de sorprenderme cada rincón y por supuesto, las caritas que salían a mi encuentro.
Los troncos de los árboles con sus múltiples texturas y matices, siempre atrapan mi mirada y esta ocasión en Tromso, me sorprendió encontrar en ellos, esta maravillosa carita.